Sus Virtudes

1.- Una Fe Simple

El 1° de julio de 1840, el Papa Gregorio XVI elevó la sede de Santiago a Arzobispado y nombró como primer Arzobispo a Mons. Manuel Vicuña Larraín, quien tomó posesión el 21  de marzo de 1840. Manuel Bulnes asumió la Presidencia el 18 de septiembre de 1841 en un ambiente de concordia, alegría general y estabilidad económica, si bien el país sufría las  consecuencias de las malas cosechas de los años anteriores y la salud pública comprometida con viruelas y otras enfermedades. El 25 de marzo de 1842, llegó desde Montevideo a Valparaíso, el Pbro. Argentino Pedro Ignacio de Castro Barros (1777-1849). Nació en Chuquis, pueblo de La Rioja en la  República Argentina, se Doctoró en Teología en la Universidad de Córdoba, en 1813 fue condecorado con el título de misionero apostólico por el Obispo Rodrigo Antonio de  Orellana. Recibió de sus compatriotas la diputación para la asamblea del año XIII; Representante de la Rioja al Congreso de Tucumán en 1816-1819. Firmó el acta de la  Independencia Argentina. Durante el provisorato del doctor don Juan Justo Rodríguez (1827) fue nombrado Castro Barios Visitador de la Provincias de Cuyo, cuyo cometido  principal se refería a restablecer los conventos de los regulares. El 1° de mayo de 1829, por voto unánime de los capitulares de Córdoba, fue nombrado Provisor y gobernador  del Obispado hasta el 11 de junio de 1831 en que renunció.

En 1833 pasó con licencia a Montevideo. En los siete años que allí permaneció, recorrió misionando detenidamente gran parte de los pueblos del interior de la República del  Uruguay, sin contar la capital, Montevideo, donde predicó dos cuaresmas y dio misiones y Ejercicios. Pedro Ignacio de Castro Barros se estableció en Santiago como huésped en la Recoleta Franciscana, donde ejercería una gran influencia en Andrés. Fue profesor de teología y  filosofía en el Convento y en el Seminario de Santiago, y se dedicó a la predicación y a las misiones. Se preocupó de difundir las devociones adquiriendo y reeditando varias obras entre las que figuraba una vida de Santa Filomena Ejerció también un gran influjo en el clero,  especialmente en Valdivieso, Salas y Larraín Gandarillas. Fue el primer sacerdote que declaró en Chile la guerra al regalismo y al patronato regio. Castro Barros regaló al  hermano Andrés una imagen de Santa Filomena cuya devoción propagó entre los habitantes de la ciudad, llevándola por todas partes.  El culto a Santa Filomena proviene del epígrafe: Pax Tecum Filumena, pintado sobre tres tejas de barro, encontradas en el cementerio de Priscila, donde el 25 mayo de 1802,  Monseñor Jacinto Ponzatti, custodio de las reliquias, presidió la apertura de la tumba. Acompañaba el epígrafe el dibujo de una palmera, tres flechas, dos anclas y una flor  que fueron interpretados como signos de martirio. En el 1833 se agregó la revelación de Sor María Luisa de Jesús (1799-1875), que obtiene el imprimatur del Santo Oficio el  21 de diciembre del mismo año.

El 10 de agosto de 1835, Paulina Jaricot, fundadora de la obra de la Propagación de la Fe y del Rosario viviente, obtuvo la sanación.  Gregorio XVI (1831-1846), concedió la Misa y oficio de Communi para el 11 de agosto. En 1837, San Juan María Vianney hizo construir un altar a Filomena, difundiendo su  devoción. En Italia, además de las Congregaciones laicales de las Herma¬nas de Santa Filomena, fundadas por Francisco De Lucia, le dedicaron numerosas asociaciones  femeninas, institutos de educación, oratorios e Iglesias. Bartolo Longo fundador del Santuario de Pompeya, la propuso de Patrona y modelo de sus huérfanos. Diversas obras y  movimientos católicos de Francia nacieron bajo su protección. Juan Le Prevost fundador de los Hermanos de San Vicente de Paul y de la obra de S. Filomena, erigió en París,  el Santuario dedicado a la Santa. Los Santos Pedro Chanel, Pedro Eymard y Magdalena Sofía Barat fueron sus devotos.  Pío IX (1846-1878), el 7 de noviembre de 1849, celebró la Misa en Mugnano, donde se encontraban las reliquias. El culto tuvo una gran difusión en Europa y los misioneros la  extendieron por América. En 1898, Monseñor Antonio De Waal estudió el epígrafe y la simbología; de la investigación dedujo que el epígrafe no correspondía al cuerpo de la joven encontrada, sino que  fue escrito en el siglo IV en tiempos de paz. Las tejas habían sido reutilizadas sucesivamente. En 1961, la Sagrada Congregación de los Ritos, con motivo de la reforma  litúrgica, suprimió del calendario litúrgico el nombre de Filomena, ante las conclusiones de los estudiosos: no apareció ningún signo positivo de martirio, pax tecum no  existió en los epígrafes de mártires, las mismas tejas con la inscripción, habiendo sido reutilizadas, no dieron garantía de la identidad de la joven.

Tanto le impactó al hermano Andrés la vida de la Santa que tomó el nombre de Filomeno. En 1850, el 9 de diciembre, pagó al arquitecto Fermín Vivaceta (1829-1890) la  cantidad de 448 pesos y 4 reales por la construcción del Altar a Sta. Filomena. Por medio del comerciante Joaquín Iglesías encargó a Europa ornamentos para la Iglesia y, el  16 diciembre, fundó ante el escribano Manuel Joaquín Frías, dos capellanías, una de $ 4.500 con limosnas recolectadas para Santa Filomena y otra de $ 500 con el dinero que  traía cuando arribó al país. Estas fundaciones establecen: 4500 pesos para que, con sus réditos, a razón del 5% anual, se costee la Novena y Fiesta de Santa Filomena en el  templo de la Recolección, terminando la fiesta el día 11 de agosto de cada año; con los mismos réditos se celebrará una misa cantada en el altar de la santa, los segundos  domingos de cada mes, dotadas a 4 pesos y 2 1/2 reales cada una. De los 500 pesos restantes, hace otra fundación, cuyos réditos deberán aplicarse a veinte misas rezadas que  empezarán a celebrarse el día 12 de agosto de cada año, y terminarán con una misa cantada dotadas en cinco pesos, todas en sufragio de las ánimas del Purgatorio. Nombra por  patrón y capellán de ambas fundaciones al convento de su Orden.

2.- Construyamos la Casa de Dios

El ambiente religioso del pueblo era milagrero y devoto, pero se fueron produciendo cambios. Así, por ejemplo, los serenos o guardianes de policía dejaron de pronunciar  como saludo el Ave María Purísima; por otra parte, fueron promulgadas, en 1843, la ley sobre matrimonios de disidentes y la ley sobre el patronato civil. Monseñor Manuel Vicuña fundó, el 1° de abril de 1843. la “Revista Católica” para contrarrestar las ideas anticlericales. Este mismo año el escritor Francisco Bilbao, famoso  por sus ataques al Catolicismo, propagó las ideas de Lamennais y de los enciclopedistas; publicó, en esta época, su libro “Sociabilidad Chilena” que causó gran escándalo.  En 1843, Fr. Vicente Crespo, Guardián de la Recoleta, dio inicio a la construcción del nuevo templo. En el clima poco propicio de la época y a pesar de ella, Andrés fue un  infatigable recolector de limosnas para el templo y se dedicó a recorrer el Departamento de Santiago que, a la sazón, contaba con una población de 95.795 habitantes.

El pueblo, ajeno a las corrientes anticlericales respondió con generosidad a la solicitud de Fr. Andrés, que fue haciendo posible la realización de la obra.  El 29 de noviembre de 1844, se presentaron a la Intendencia de Santiago los primeros planos para el nuevo templo. Revisados los planos por el cuerpo de Ingenieros Civiles  de la Intendencia, fueron aprobados en diciembre del mismo año con ciertas modificaciones concernientes al coro, sacristía y guardarropas. Se le pidió a Fr. Vicente,  además, para su respectiva aprobación, los planos de elevación de murallas y perfiles, incluyendo la fachada. Una vez obtenido este primer visto bueno, el 12 de enero de  1845, el hermano Andrés participó en la ceremonia de colocación de la primera piedra, a la que asistieron el Arzobispo electo, Mons. José Alejo Eyzaguirre, el Ministro de  Justicia, Culto e Instrucción Pública, don Manuel Montt, el Ministro de Guerra y Marina, General don José Santiago Aldunate, el Intendente don Miguel de la Barra y otros. La construcción fue dirigida por don Antonio Vidal, miembro de la primera junta de Beneficencia creada en 1832 y responsable de la vigilancia del régimen higiénico de los  conventos. Antes de un año, se había abierto una Capilla al público, en el lugar que posteriormente sirvió de coro.

3.- Junto a los Obreros

El 25 de julio de 1846, es reelegido Presidente don Manuel Bulnes. El Papa Pío IX eligió, el 4 de octubre de 1847, como Arzobispo de Santiago, a don. Rafael Valentín  Valdivieso, siendo consagrado en Santiago el 2 de julio de 1848.  En esta época, el hermano Andrés estaba dedicado activamente a las obras sociales. En los años 1848 y 1849 reunía, en la Recoleta Franciscana, todas las noches, a las 21  hrs., a unos 50 obreros. Rezaban el Via Crucis, tomaban una disciplina, decían algunas breves oraciones y finalizaban con algunas reflexiones del Hermano. Entre los años 1850-1851, Andrés, junto al P. Francisco Pacheco, reunieron a los obreros en la “Hermandad del Corazón de Jesús”. Dentro de la Hermandad se ayudaban en todas  sus necesidades espirituales y materiales, en casos de pobreza, enfermedad, vejez y accidentes de trabajo. Pasados unos años, la Hermandad poseía en Santiago, 17 capillas,  escuelas y diversos talleres, con 4000 socios y 3000 socias; posteriormente se extendió a Maipú, Rancagua y Valparaíso

4.- Amor Sin Reservas

Numerosos testimonios de la época se refieren a Fray Andrés y su actividad caritativa que le hicieron famoso entre los habitantes de Chile. Visitaba frecuentemente la  Cárcel de Santiago y el Hospital. Además de confortar a muchos en la portería del Convento, llevaba medicinas, preparadas por él mismo, a los enfermos en sus casas y visitaba a los moribundos No eran pocos  los que solicitaban su intercesión en la oración por diversas necesidades espirituales y materiales Los domingos repartía pan y frutas a los pobres. Por la tarde invitaba a  la gente al cementerio para rezar el Via Crucis o el rosario por las Animas. En sus visitas a los hogares incentivaba a la juventud a la vida religiosa y sacerdotal. Monseñor Crescente Errázuriz Valdivieso (1839¬-1931), V Arzobispo de Santiago,  recordaba cómo Fr. Andrés visitaba su casa con el fin de pedir limosnas; una de las veces dijo a su madre: “Este niño va a ser sacerdote”. El pueblo le llamaba cariñosamente Fray Andresito y era conocido en los distintos medios sociales.

5.- Anunciador de Paz

En 1850, regresó de Francia el escritor y sociólogo Francisco Bilbao, que, junto con otro escritor, Santiago Arcos, fundaron “la Sociedad de la Igualdad” y el periódico “El  amigo del pueblo”. La nueva institución agrupó a un número respetable de obreros y se transformó en un club político de ideas liberales y anticlericales. Bilbao, opositor  al gobierno de Bulnes, promovió disturbios que obligaron al gobierno a declarar el estado de sitio el 7 noviembre del mismo año. El 20 de abril de 1851, el Coronel Pedro Urriola se levantó contra el gobierno apoyado por el partido liberal pretendiendo formar una junta de gobierno. El Coronel Urriola  no consiguió su objetivo y murió en la acción. En el mes de julio del mismo año, se celebraron las elecciones; el Partido Liberal, aunque desorganizado, presentó la candidatura del General José María de la Cruz y el  gobierno conservador la de don Manuel Montt, que venció.  Los días 7 y 13 de septiembre estallaron en la Serena y Concepción, un levantamiento revolucionario en el que aparecía, como caudillo, el general de la Cruz que avanzó  hasta Talca. El 8 de diciembre, día de la Batalla de Loncomilla, Andrés vivió con angustia el evento, en oración, entrando y saliendo de la Recoleta, compartiendo las penurias de la  gente. El 18 diciembre 1851 se firmó la capitulación de Purapel, que puso fin a la guerra civil, iniciándose un nuevo período de paz y tranquilidad.